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Tengo envidia de las cabras 🐐 de los monos 🐵
e incluso de los osos panda
Envidia de todo el reino animal en su conjunto.
Yo, que no soy para nada de naturaleza envidiosa.
¿Y por qué?
. Porque no han caído víctimas de la pandemia.
. Porque son capaces de fabricar vitamina C y nosotros no 1,2 (¿es ése el secreto que los hace inmunes al coronavirus?) 3
. Porque no les afecta la carestía de papel higiénico.
. Porque, libres por fin de nuestro yugo, están ganando poco a poco el terreno perdido.
Mientras, los humanos, con toda nuestra inteligencia y tecnología, nos escondemos temerosos en nuestras madrigueras esperando que pase el peligro.
Hacen bien en aprovechar esta oportunidad única de reconquistar el territorio que les arrebatamos, si me preguntas.
Y, seamos francos, no solo terreno les usurpamos.
Que no hay que olvidar que somos nosotros los responsables de la extinción de numerosas especies.
Y ahora es un diminuto virus el que amenaza con extinguirnos a nosotros.
Parece que ahora se han vuelto las tornas.
Me da envidia ese gato negro, negro como la muerte que nos acecha, atravesando la calle con elegancia y parsimonia.
Con la parsimonia de saber que la probabilidad de que le atropelle un coche es mínima.
Sí ¡un gato 🐈 en pleno Madrid!
Que yo recuerde no me he topado con un ejemplar de gato callejero desde mi lejana infancia.
Me veo de niña levantando con miedo la tapa del cubo de la basura por temor a que un grupo de felinos se abalanzasen encabronados sobre mi cabellera ante mi osadía de interrumpirles su festín.
Ese gato negro desquitándose de sus congéneres, pobres infelices cuya vida transcurre cuarentenados (y para más inri capados) en casa de sus dueños.
Parece que ahora se han vuelto las tornas.
Desde el confinamiento de mi reducido estudio de 30 m2 siento envidia de las hordas de cabras que me muestra un video de youtube. Youtube, ahora mi única ventana al mundo exterior.
Me muestra cabras que zampan con deleite setos de aligustres de formas geométricas perfectamente delineadas por jardineros, ahora cuarentenados, campando a sus anchas por un pueblo desierto de Gran Bretaña.
Un cambio de escenario nos lleva a una ciudad de Tailandia, donde una muchedumbre de monos ha abandonado los árboles para colonizar gozosos las ayer bulliciosas, y hoy solitarias, calles de la urbe.
¡Quién fuera mono! pienso no sin cierta envidia.
Tengo envidia, envidia sana espero, de esa pareja de osos panda que han copulado de nuevo tras ¡10 años! de castidad en un zoo vacío, libres por fin de miradas indiscretas.
Compáralo con las parejas humanas que tras décadas de convivencia una cuarentena no solo no es capaz de hacernos reavivar la libido perdida sino que está disparando la tasa de divorcios.
Oye, que no me lo invento. Entre los chinos, que ya están saliendo de la cuarentena, se está registrando la mayor tasa de divorcios de la historia del país.
Por fortuna no se han habilitado los divorcios por internet 😁
Pero la envidia no es el único pecado capital del que me tendré que confesar tras la cuarentena (suponiendo que los curas no se hayan pasado también al teletrabajo).
Por amor de Dios 🙏 Mónica, desembucha de una vez y dinos cual es el otro pecado capital. No te confundas. Estoy confinad@, no desocupad@.
Más bien todo lo contrario. Mi agenda está que echa humo con mil actividades, muchas de las cuales no volverán a ser gratis hasta la próxima pandemia:
pelis y series de Netflix pendientes, visita virtual del museo Louvre y la Torre Eiffel sin sufrir colas y empujones ni que te peguen la clavada del siglo, Ópera de Fígaro online, recorrido en remoto de la exposición del Titanic, lectura en línea de todos los números de la revista Hola desde que la Pantoja se casó con Paquirri, alta en la web de Infobibliotecas a fin de culturizarme con el Quijote y la obra de Shakespeare, que no por nada escribió sus mejores obras en cuarentena, comprarme unas gafas online porque me estoy quedando cegat@ de pasar tanto tiempo mirando pantallas...
Por no hablar de lavarme las manos 20 segundos, conversaciones por whatapp con la familia, lavarme las manos 20 segundos, google hangout con los amigos, lavarme las manos 20 segundos, reunión de vecinos por Instagram, reunión de padres de alumnos por Telegram, Facebook live de mi peluquera con tutorial gratis para cortarse el pelo en casa sin llevarse media oreja por delante, lavarme las manos 40 segundos (mejor que sobre que no que falte), grabar videos graciosos del confinamiento para subir a redes sociales.
Además mira qué hora es y todavía tengo pendiente ayudar a mis hijos con los deberes del colegio, lavarme las manos 20 segundos, comprar papel higiénico por internet, lavarme las manos 20 segundos, la pelea diaria con mi suegra, lavarme las manos 20 segundos, la clases de aerobic, la sesión online con mi terapeuta para aprender a gestionar emociones en tiempos de crisis, la media hora de yoga y meditación, lavarme las manos 20 segundos, la clase de manualidades para confección de mascarillas de diseño 😷 (antes muerta que sencilla), lavarme las manos 20 segundos, montar un huerto urbano bio en la terraza, lavarme las manos 20 segundos, acabar de montar el mueble de Ikea que compré hace años, ponerme el traje de astronauta para ir al super, lavarme las manos 20 segundos, el curso de cocina para negados, el aplauso de las 8pm, el karaoke de Resistiré de las 9pm, la clase de salsa de las 10, lavarme las manos 20 segundos, sacar la basura, los 10 minutos de estiramientos diario.
¡Ay bendito! Como decía Emilio Aragón.
Ok, me has convencido así que será mañana cuando continuarán mis confesiones. Mientras tanto...
1. Drouin G, et al. "The genetics of vitamin c loss in vertebrates." Curr Genomics. 2011 Aug. 12(5): 371-378.
2. Chatterjee IB, et al. "Synthesis and some major functions of vitamin C in animals." Ann NY Acad Sci. 1975 Sep 30.
3. Te hablo de la vitamina C abajo en la guía de supervivencia y en los boletines más recientes Y seguiré haciendo porque la vitamina C tiene un papel estelar en la pandemia.
Hasta aquí el primer capítulo de mis "Crónicas de una Cuarentena"
Cuídate mucho.
Mónica "pecadora en cuarentena" Santos
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